Dos veces el mismo río
A quienes han acompañado este viaje hacia la profundidad de los sentimientos, les ruego que no esperen a quedar sin sus afectos, para hacerles saber de la ternura que ellos despiertan en ustedes. Un día nuestros padres, hermanos, cónyuges, hijos y amigos del alma, se alejaran en busca de sus destinos, en ese momento, sería tremendo que te asalten los reproches por haberlos mirado pasar desde lejos, sin haberles transmitido la ternura que despertaban en ti, si no lo haces cuando aún estás a tiempo, te lamentarás luego que se hayan marchado y con amargura te reprocharas: “han pasado por mi existencia como un soplo, casi no los he visto pasar y ahora ya no es tiempo para demostrárselo”.
Dos veces el mismo río ha enmascarado detrás de los inocentes relatos la siempre repetida historia de los débiles y los poderosos; de los extremadamente tristes y sojuzgados, y los exultantes y dominantes. Encontrás en él la pobreza y la opulencia desmedida, el egoísmo y la solidaridad, el odio y el amor llevados incluso al paroxismo, el abandono y la sobreprotección.
Francisco, el Santo de Asís, nos dice: “de dos grandes amores surgieron dos grandes ciudades” del amor a sí mismo hasta el desprecio de Dios... La ciudad terrenal. “Del amor a Dios y al prójimo hasta el desprecio de sí mismo... La ciudad divina
Dos veces el mismo río te las muestra... ¡Tú decides en cuál vivir!