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Festejo en avenida Tumulto

Si este libro es abierto, poemas y cuentos cortos verán la luz. El manojo de hojas puede convertirse en el Aleph, si se lo lee con la curiosidad con la que fue escrito, y entonces ser un pequeño punto desde el cual acceder al infinito, que está colmado de versiones de mundo, de perspectivas convivientes, de posibilidad al derecho y al revés. Ojalá este libro les resulte un infinito amigable.

Gotas

"Gotas" de Hugo Ernesto Barrio es una colección de 49 poemas que destilan emociones dulces como amor, la soledad, la sutileza, el cariño, a través de su contemplación el autor comparte su propia mirada y nos hace explorar en su percepción.

Habitar este mundo. Un juego para jugarse

$4.000,00
El poeta Juando aborda su obra sin temor, describiéndola como sin protección, auténtica y visceral. Su palabra, arraigada en la realidad latinoamericana y barrial, va más allá de la mera imaginación. Reflexiona sobre el mundo contemporáneo, marcado por la rapidez y el capitalismo, destacando la importancia de detenerse y apreciar las pequeñas cosas. Su poesía desafía las normas y critica la obsesión consumista, proponiendo que la verdadera riqueza reside en la simplicidad y en necesitar menos. Este enfoque da a su obra un carácter irreverente y disruptivo.

Poesía | Sociedad | Fragilidades

El libro de Juando, destaca la conexión especial entre los protagonistas y reflexiona sobre la poesía audaz que aborda temas como la “animalidad” y el deseo de lo colectivo. Invita a explorar interrogantes trascendentales sobre la vida en un mundo contradictorio pero bello, enfocándose en la poesía de convivencia y la fragilidad de descubrirnos humanos con otros. En el contexto de palabras enredadas, el libro llama al diálogo, la comunidad y la justicia, convocando a la memoria para un “nuevo amor”. Se mencionan nombres esenciales y se destaca un diálogo reflexivo y profundo que refleja la diversidad del pueblo, el barrio y la poesía, creando una experiencia donde parece que “estamos cantando la misma canción”.

Relatos del alma

$4.000,00
Le pongo títulos a mis textos para que se liberen de mí. Yo le llamo poesía a mis ideas, a lo que expreso desde mi interior, a mis sentimientos más desnudos a lo que interpreto de la vida y a la vida misma. Si alguien dice desde lo académico que lo que escribo no es poesía, le doy la razón. Si alguien dice que lo que escribo es poesía también le doy la razón. Mi palabra es resbalosa, un poco ingenua, arisca, atrevida. Tal vez alguien la sienta un poco irrespetuosa. Un poco lo es, pero sin malas intenciones. También es frágil y un poco indefensa. Exhala contradicción, puede ser arrojada al olvido o ser tenida en cuenta. Me doy por satisfecho si hace pensar y provoca preguntas. No escribo para mí sino para la otredad. Juando

Te acordarás de mi. Historias que huelen a cuento y poesía

Una vida de recuerdos que se construyen alrededor de la pelota de futbol, el Club Atlético, la ciudad de Carlos Casares, el barrio, la Escuela Nº 8, las ansias de jugar y los goles por venir, desde que el autor ingresa al Club a los 12 años imaginando glorias futuras hasta pasar luego a primera división, en la que se mantuvo durante 14 años.

Desde esos años de jugar con medias rotas, camisetas sudadas y pantalones sucios, con arcos sin travesaños, marcados con piedras y ropa amontonada, se van tejiendo amistades que entre la familia, la escuela y el Club conforman la red de una pequeña sociedad por la que desfilan los hermanos, la madre, el padre, las maestras, los equipos, los jugadores, el lugar, quienes hacen que –desde la cancha– la victoria fuera inolvidable y muy digna la derrota.

Como señala el autor: Atlético es mi familia, son mis hijos y serán los hijos de mis hijos. (…) Atlético es una herencia que se acepta sin hacer inventarios de ninguna naturaleza. 

Al final, una vida en la que no dar por perdida ninguna pelota…  Centro bien echado, ¡es gol!

Sobre el autor...

Gustavo Alejandro Oroño, nació en Carlos Casares, provincia de Buenos Aires, en el año 1960.

De familia modesta, fue el cuarto de los seis hermanos que sus padres Dora Inés Ludueña y Néstor Carlos Oroño concibieron, criaron y educaron. Trabajando desde muy chico supo del esfuerzo y del sacrificio, practicó deportes y dentro del futbol lugareño el Club Atlético es su referencia e identificación. 

Como su padre, tiene la afición de contar hechos, vivencias personales y familiares en ese derrotero que se da a lo largo de su vida errante por los distintos lugares a los que su trabajo en el Banco de la Provincia de Buenos Aires lo llevó.

De Libra, de Boca Juniors y de Atlético de Carlos Casares, gusta de la buena música, de las letras y sus verdades. Es incorrectamente político, enfáticamente buscador de la verdad, cercano al sentido común, y alejado de toda perfección abre y expone su personalidad con esta primera experiencia de escribir, contar y compartir sus emociones, puntos de vista y rastros de quien fue. 

Gracias por los besos y el vino, pero tenés que irte

$1.960,00

No es casualidad encontrar un lugar donde expresar lo que nuestra boca no puede decir, o no ha sabido con sin sinceridad otorgar.

No existe el “por que sí”, cuando de decir adiós se trata, cuando miramos con desdén un par de ojos y juramos amor eterno.

No hay excusas en el despertar sobre sábanas húmedas la noche siguiente a muchas botellas de vino y saber que lo que pasó, o no debería haber ocurrido.

No hay nada que nos detenga cuando la pasión inunda un corazón herido de dudas de amor. En los tiempos donde es tan difícil amar, donde no hay correspondidos ni derechos a la hora de olvidar, encuentro en las palabras un salvavidas y este es el mío.

Anímate a aferrarte y en algunas líneas tal vez; encontrar una mano, un beso, una caricia, un mensaje sincero desde lo más profundo de una cicatriz, un hilo de esperanza o una tabla pesada que te sumerja en la profundidad más oscura. Pero tranquilo, cuando se llega al fondo solo nos queda subir y trascender.

De esto se trata “Gracias por los besos y el vino, pero tenés que irte” de saber que cuanto más radiante sea el sol, más grande será la sombra que dejamos detrás para poder brillar.