Festejo en avenida Tumulto
Si este libro es abierto, poemas y cuentos cortos verán la luz. El manojo de hojas puede convertirse en el Aleph, si se lo lee con la curiosidad con la que fue escrito, y entonces ser un pequeño punto desde el cual acceder al infinito, que está colmado de versiones de mundo, de perspectivas convivientes, de posibilidad al derecho y al revés. Ojalá este libro les resulte un infinito amigable.
Habitar este mundo. Un juego para jugarse
Relatos del alma
Gracias por los besos y el vino, pero tenés que irte
No es casualidad encontrar un lugar donde expresar lo que nuestra boca no puede decir, o no ha sabido con sin sinceridad otorgar.
No existe el “por que sí”, cuando de decir adiós se trata, cuando miramos con desdén un par de ojos y juramos amor eterno.
No hay excusas en el despertar sobre sábanas húmedas la noche siguiente a muchas botellas de vino y saber que lo que pasó, o no debería haber ocurrido.
No hay nada que nos detenga cuando la pasión inunda un corazón herido de dudas de amor. En los tiempos donde es tan difícil amar, donde no hay correspondidos ni derechos a la hora de olvidar, encuentro en las palabras un salvavidas y este es el mío.
Anímate a aferrarte y en algunas líneas tal vez; encontrar una mano, un beso, una caricia, un mensaje sincero desde lo más profundo de una cicatriz, un hilo de esperanza o una tabla pesada que te sumerja en la profundidad más oscura. Pero tranquilo, cuando se llega al fondo solo nos queda subir y trascender.
De esto se trata “Gracias por los besos y el vino, pero tenés que irte” de saber que cuanto más radiante sea el sol, más grande será la sombra que dejamos detrás para poder brillar.